De lo que voy a hablar hoy es algo que no suelo hacer, porque lo desarrollaré mucho más profundamente en el libro del preso. Pero lo hago en parte para dejar un memorándum sobre algo que reflexionar más atentamente. Estará mucho más desarrollada en el libro, lo prometo.
Siempre se ha dicho que el tiempo es oro. Es una frase con la que todo el mundo está de acuerdo. Pero generalmente te lo pagan entre 8-20 € la hora. Sí, tiene precio. Especialmente cuando aportas algo a alguien. En ese momento, el tiempo cobra un valor tan tangible, o mejor dicho, igual de tangible que un billete. De hecho, en un billete. Estamos dispuestos a vender nuestro tiempo de trabajo, pero nuestro tiempo libre funciona de forma distinta.
Recalcaré esa última idea: nos da “lo mismo” tener que trabajar parte de nuestro tiempo para ganarnos el jornal, porque entendemos que ese tiempo vale algo y nos lo pagan. Pero en el momento en el que te ofrecen una recompensa por esos mismos 20€ o la opción de trabajar tres horas por tenerla… visto así parece un poco absurdo. Pero os pongo un ejemplo:
En el caso del videojuego del League of Legends, es un videojuego completamente gratuito. De verdad, es completamente gratis. Y ofrecen unos “aspectos” o variaciones para los personajes que sí que cuestan dinero, pero no modifican las características de los mismos. Dichos aspectos pueden ser “regalados” de una cuenta a otra, y valen RP (que a su vez valen dinero). La trampa está en que al crear una nueva cuenta, te regalan 400 RP (que es dinero suficiente para un aspecto barato en oferta). 400 RP no llega a 2€ en la vida real.
Pues no es raro encontrar a gente que prefiere jugar una parte sin competencia, llena de quejas y sin emoción ninguna con tal de ahorrarse dichos dos euros. Y el proceso son más de 12 horas. Es decir, un tiempo de tedio que vendemos a 0,17 cent la hora. Pero nos ahorramos 2€.
Hay casos mejores. Los P2W. Pero no entraré demasiado en el tema. Porque no es eso lo que quiero discutir.
El caso es que, en el momento en el que le damos a nuestro tiempo libre ese valor, parece no importar. Solo queríamos lucir algo especial para nuestro personaje y apoyar un poco a los creadores del juego (que ya no necesitan demasiada ayuda, dicho sea de paso) pero hemos encontrado la forma de engañar al sistema. Y valoramos más ese engaño que el dinero en sí. Es decir, hemos invertido ese tiempo en sentirnos bien.
¿Qué son, a fin de cuentas, esas 12 horas en el conjunto de la vida? Nada. 12 horas no llega a un día. Hay 730 subconjuntos de 12 horas en un año.
Pero quiero seguir tomando dicha referencia de las doce horas. Si lo ves como una escala dentro de un año, para una persona de unos 20, no resulta gran cosa. Pero para un niño de cinco años… 12 horas son un suplicio. 12 horas de una actividad que no les gusta especialmente. No aguantan tanto por una recompensa, por jugosa que sea.
Creo que el tiempo lo medimos en comparativa. No nos importan esas 12 horas porque pensamos en las posibles miles que hemos utilizado en total en el videojuego. Pero si las 12 primeras horas fueran así… nunca se hubiese dado. Qué diablos, ni si las segundas 12. No. Hacen falta una decena de 12 horas (120 horas, por poner un número relativamente grande) para que realmente esas 12 horas pierdan importancia.
En definitiva, el tiempo se suma siempre en retrospectiva.
Pensadlo detenidamente. Cuando teníais 10 años, ¿qué pensabais que llegaríais a ser cuando pasaran 10 años más? ¿Cuántos pensaban, sinceramente, que seguirían estudiando, cosa que una importante parte estaba haciendo aún? Y si lo pensábais, os parecería una eternidad. No os merecería la pena el sacrificio. Quizás alguno pensaba en “La Universidad” como algo tan distinto al colegio que os merecía la pena solo la imaginación.
Ahora pensad en 10 años vista. Sigue siendo una medida larga. No tenéis ni idea de dónde estaréis, pero podéis imaginar un futuro coherente (dentro de la estabilidad que permite el mercado laboral actual), que probablemente no cumpláis.
Pero ahora pensar en un anciano de 80 años. En sus 10 años vista. Solo podéis pensar una dicotomía prácticamente: vivo o muerto.
Cambiad ahora el ejercicio mental. Pensad en el día siguiente (partiendo de que es un día libre). En el día siguiente de cuando teníais 10 años. En el día siguiente de cuando tengáis 80 años. El día ha perdido valor. Cuando lo veis desde el punto de vista de 80 años, ese día no significa nada. Llevaréis 29220 días a vuestras espaldas. ¿Qué será el día 29221 que no hayas visto en los días previos? Sin embargo, esa misma perspectiva cuando llevas 3652 días te parece nueva.
Establecemos la rutina. El paso del tiempo nos acaba venciendo a todos. Dejamos que el tiempo deje de tener el valor. Para un niño el tiempo vale muchísimo más. Lo aprecia más. Por eso puedes castigarlo 10 minutos mirando la pared. A un anciano le dará igual dejar la vista en la pared esos 10 minutos.
El tiempo no vale oro, no vale dinero. El único valor del tiempo es el propio tiempo vivido.